Hay una serie de complicaciones que son más comunes en los bebés prematuros que en los bebés nacidos a término. Mientras que por lo general los bebés prematuros casi a término tienen pocos problemas o éstos son leves, los bebés nacidos entre las semanas 32 a 34 de gestación pueden tener una serie de complicaciones que van de leves a severas:
Síndrome de dificultad respiratoria (SDR): Los bebés con SDR carecen de una proteína llamada surfactante que impide que los pequeños sacos de aire que hay en los pulmones se colapsen. El tratamiento con surfactante ayuda a los bebés a respirar con más facilidad y, desde que fué introducido en 1990, las muertes a causa de SDR han disminuido en apróximadamente la mitad.
El médico puede sospechar que el bebé tiene SDR cuando nota que hace esfuerzo al respirar. A menudo, el diagnóstico puede confirmarse mediante una radiografía de los pulmones y análisis de sangre. Además del tratamiento con surfactante, los bebés con SDR pueden necesitar oxígeno adicional y asistencia respiratoria mecánica para mantener dilatados los pulmones. Es posible tratarlos con presión positiva continua en las vías respiratorias (PPCV), un método que consiste en aplicar aire presurizado a los pulmones del bebé. El aire puede suministrarse a través de pequeños tubos que se colocan en la nariz del bebé, o a través de un tubo que se le inserta en la tráquea. La PPCV ayuda al bebé a respirar, pero no respira por él. Los bebés más enfermos pueden necesitar temporalmente la ayuda de un respirador que respire por ellos mientras sus pulmones maduran.
Apnea: A veces, los bebés prematuros dejan de respirar durante 20 segundos o más. Esta interrupción en la respiración se denomina apnea y puede ir acompañada de una reducción en el ritmo cardíaco. Los bebés prematuros están bajo observación constante para detectar cualquier caso de apnea. Si el bebé deja de respirar, el personal de enfermería lo estimulará dándole palmaditas o tocándole las plantas de los pies.
Hemorragia intraventricular (HIV): Las hemorragias cerebrales son comunes en algunos bebés prematuros, en particular aquellos nacidos antes de las 32 semanas de gestación. Normalmente, estas hemorragias se producen durante los primeros tres días de vida y, por lo general, pueden diagnosticarse mediante un examen por ultrasonido. Casi todas las hemorragias son leves y se resuelven solas, provocando pocas o ninguna consecuencia permanente. Las hemorragias más graves pueden hacer que los ventrículos cerebrales (unas cavidades del cerebro que están llenas de líquido) se dilaten rápidamente y aumenten la presión sobre él, lo cual puede producir daño cerebral (como parálisis cerebral o problemas de aprendizaje y conducta). En estos casos, los cirujanos suelen introducir un tubo en el cerebro para drenar el líquido y reducir el riesgo de daño cerebral. En los casos más leves se utilizan medicamentos que permiten reducir la acumulación de líquido. La HIV también se asocia con el riesgo de desarrollar parálisis cerebral.
Conducto arterial patente (CAP): El CAP es un problema cardíaco comúnmente observado en los bebés prematuros. Antes del nacimiento, una arteria grande llamada ductus arteriosus o conducto arterial hace que la sangre se desvíe y no pase por los pulmones ya que el feto recibe el oxígeno que necesita a través de la placenta. Normalmente, el conducto se cierra poco después del nacimiento para que la sangre pueda circular hacia los pulmones y absorber oxígeno. En los bebés prematuros, el conducto no siempre se cierra adecuadamente, lo cual puede llevar a insuficiencia cardíaca. El CAP puede diagnosticarse mediante un tipo especial de ultrasonido conocido como ecocardiografía o con otras pruebas por imágenes. Los bebés con CAP se tratan con un medicamento que ayuda a cerrar el conducto, aunque puede requerirse cirugía si el medicamento no resulta eficaz.
Enterocolitis necrotizante (ECN): Algunos bebés prematuros desarrollan este problema intestinal potencialmente peligroso (por lo general, de dos a tres semanas después del nacimiento), que lleva a dificultades de alimentación, hinchazón abdominal y otras complicaciones. Cuando se comprueba mediante pruebas por imágenes, como radiografías, y análisis de sangre que el bebé tiene ECN, se lo trata con antibióticos y se lo alimenta por vía intravenosa mientras su intestino se cura. En algunos casos, es necesario realizar una cirugía para extirpar secciones lesionadas del intestino.
Retinopatía de la premadurez (RDP): La RDP es un crecimiento anormal de los vasos sanguíneos del ojo que puede llevar a la pérdida de la vista y se produce principalmente en los bebés nacidos antes de las 32 semanas de gestación. La RDP puede diagnosticarse mediante un examen oftalmológico. La mayoría de los casos son leves y los ojos se curan solos con poca o ninguna pérdida de la visión. En los casos más severos, el oftalmólogo puede tratar los vasos anormales con láser o con crioterapia (congelamiento) para proteger la retina y preservar la visión.
Ictericia: Los bebés prematuros tienen más probabilidades que los bebés nacidos a término de desarrollar ictericia ya que sus hígados no se encuentran lo suficientemente maduros para eliminar un producto de desecho, llamado bilirrubina de la sangre. Además, los bebés prematuros pueden ser más sensibles a los efectos nocivos del exceso de bilirrubina. Los bebés con ictericia se caracterizan por tener un color amarillento en la piel y en los ojos. La ictericia suele ser leve y, por lo general, no es nociva. No obstante, si el nivel de bilirrubina es muy alto puede causar daño cerebral. Por lo general, esto puede evitarse ya que a través de los análisis de sangre se puede comprobar si las concentraciones de bilirrubina son muy altas y, en ese caso, se puede tratar al bebé con luces especiales (fototerapia) que ayudan a su organismo a eliminar la bilirrubina. Ocasionalmente, el bebé puede necesitar una transfusión de sangre.
Anemia: Los bebés prematuros a menudo son anémicos, lo cual significa que no tienen suficientes glóbulos rojos.
Infecciones: Los bebés prematuros tienen sistemas inmunológicos inmaduros incapaces de combatir de manera eficiente las bacterias, los virus y otros organismos que pueden causar infecciones típicas, como neumonía (infección pulmonar), sepsis (infección de la sangre) y meningitis (infección de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal). Los bebés pueden contraer estas infecciones de sus madres al nacer o infectarse después del nacimiento. Las infecciones se tratan con antibióticos o medicamentos antivirales.
Para más información acerca de este tema: pinchar en cuidado de bebés prematuros
Síndrome de dificultad respiratoria (SDR): Los bebés con SDR carecen de una proteína llamada surfactante que impide que los pequeños sacos de aire que hay en los pulmones se colapsen. El tratamiento con surfactante ayuda a los bebés a respirar con más facilidad y, desde que fué introducido en 1990, las muertes a causa de SDR han disminuido en apróximadamente la mitad.
El médico puede sospechar que el bebé tiene SDR cuando nota que hace esfuerzo al respirar. A menudo, el diagnóstico puede confirmarse mediante una radiografía de los pulmones y análisis de sangre. Además del tratamiento con surfactante, los bebés con SDR pueden necesitar oxígeno adicional y asistencia respiratoria mecánica para mantener dilatados los pulmones. Es posible tratarlos con presión positiva continua en las vías respiratorias (PPCV), un método que consiste en aplicar aire presurizado a los pulmones del bebé. El aire puede suministrarse a través de pequeños tubos que se colocan en la nariz del bebé, o a través de un tubo que se le inserta en la tráquea. La PPCV ayuda al bebé a respirar, pero no respira por él. Los bebés más enfermos pueden necesitar temporalmente la ayuda de un respirador que respire por ellos mientras sus pulmones maduran.
Apnea: A veces, los bebés prematuros dejan de respirar durante 20 segundos o más. Esta interrupción en la respiración se denomina apnea y puede ir acompañada de una reducción en el ritmo cardíaco. Los bebés prematuros están bajo observación constante para detectar cualquier caso de apnea. Si el bebé deja de respirar, el personal de enfermería lo estimulará dándole palmaditas o tocándole las plantas de los pies.
Hemorragia intraventricular (HIV): Las hemorragias cerebrales son comunes en algunos bebés prematuros, en particular aquellos nacidos antes de las 32 semanas de gestación. Normalmente, estas hemorragias se producen durante los primeros tres días de vida y, por lo general, pueden diagnosticarse mediante un examen por ultrasonido. Casi todas las hemorragias son leves y se resuelven solas, provocando pocas o ninguna consecuencia permanente. Las hemorragias más graves pueden hacer que los ventrículos cerebrales (unas cavidades del cerebro que están llenas de líquido) se dilaten rápidamente y aumenten la presión sobre él, lo cual puede producir daño cerebral (como parálisis cerebral o problemas de aprendizaje y conducta). En estos casos, los cirujanos suelen introducir un tubo en el cerebro para drenar el líquido y reducir el riesgo de daño cerebral. En los casos más leves se utilizan medicamentos que permiten reducir la acumulación de líquido. La HIV también se asocia con el riesgo de desarrollar parálisis cerebral.
Conducto arterial patente (CAP): El CAP es un problema cardíaco comúnmente observado en los bebés prematuros. Antes del nacimiento, una arteria grande llamada ductus arteriosus o conducto arterial hace que la sangre se desvíe y no pase por los pulmones ya que el feto recibe el oxígeno que necesita a través de la placenta. Normalmente, el conducto se cierra poco después del nacimiento para que la sangre pueda circular hacia los pulmones y absorber oxígeno. En los bebés prematuros, el conducto no siempre se cierra adecuadamente, lo cual puede llevar a insuficiencia cardíaca. El CAP puede diagnosticarse mediante un tipo especial de ultrasonido conocido como ecocardiografía o con otras pruebas por imágenes. Los bebés con CAP se tratan con un medicamento que ayuda a cerrar el conducto, aunque puede requerirse cirugía si el medicamento no resulta eficaz.
Enterocolitis necrotizante (ECN): Algunos bebés prematuros desarrollan este problema intestinal potencialmente peligroso (por lo general, de dos a tres semanas después del nacimiento), que lleva a dificultades de alimentación, hinchazón abdominal y otras complicaciones. Cuando se comprueba mediante pruebas por imágenes, como radiografías, y análisis de sangre que el bebé tiene ECN, se lo trata con antibióticos y se lo alimenta por vía intravenosa mientras su intestino se cura. En algunos casos, es necesario realizar una cirugía para extirpar secciones lesionadas del intestino.
Retinopatía de la premadurez (RDP): La RDP es un crecimiento anormal de los vasos sanguíneos del ojo que puede llevar a la pérdida de la vista y se produce principalmente en los bebés nacidos antes de las 32 semanas de gestación. La RDP puede diagnosticarse mediante un examen oftalmológico. La mayoría de los casos son leves y los ojos se curan solos con poca o ninguna pérdida de la visión. En los casos más severos, el oftalmólogo puede tratar los vasos anormales con láser o con crioterapia (congelamiento) para proteger la retina y preservar la visión.
Ictericia: Los bebés prematuros tienen más probabilidades que los bebés nacidos a término de desarrollar ictericia ya que sus hígados no se encuentran lo suficientemente maduros para eliminar un producto de desecho, llamado bilirrubina de la sangre. Además, los bebés prematuros pueden ser más sensibles a los efectos nocivos del exceso de bilirrubina. Los bebés con ictericia se caracterizan por tener un color amarillento en la piel y en los ojos. La ictericia suele ser leve y, por lo general, no es nociva. No obstante, si el nivel de bilirrubina es muy alto puede causar daño cerebral. Por lo general, esto puede evitarse ya que a través de los análisis de sangre se puede comprobar si las concentraciones de bilirrubina son muy altas y, en ese caso, se puede tratar al bebé con luces especiales (fototerapia) que ayudan a su organismo a eliminar la bilirrubina. Ocasionalmente, el bebé puede necesitar una transfusión de sangre.
Anemia: Los bebés prematuros a menudo son anémicos, lo cual significa que no tienen suficientes glóbulos rojos.
Infecciones: Los bebés prematuros tienen sistemas inmunológicos inmaduros incapaces de combatir de manera eficiente las bacterias, los virus y otros organismos que pueden causar infecciones típicas, como neumonía (infección pulmonar), sepsis (infección de la sangre) y meningitis (infección de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal). Los bebés pueden contraer estas infecciones de sus madres al nacer o infectarse después del nacimiento. Las infecciones se tratan con antibióticos o medicamentos antivirales.
Para más información acerca de este tema: pinchar en cuidado de bebés prematuros
1 comentario:
Mi bebe nacio con 34 semanas veo q ella al respirar tiene un poco de complicacion como si estuviera congestionada emite un ruido extrano al respirar quiero saber q le puedo dar . gracias por sus comentarios
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